sábado, 31 de mayo de 2008

Cuaderno de Aprendizaje I

Foto editada por almogaver

"Es evidente que cuando un niño o un adolescente llega a un centro de acogida para menores, algo ha fallado en su proceso de socialización. Todo el mundo concuerda en que, para que ese proceso se implante correctamente, el sujeto, la familia y el contexto social deben haber funcionado armónicamente en un "buen ajuste", fórmula que ha hecho fortuna entre expertos.

El elemento más esperanzador de una sociedad es su juventud, y además su futuro está comprometido en la calidad de este "capital humano".

La calidad de un sujeto, su propia autoestima, y la valoración que de él hace su entorno social dependen de su capacidad de resolver autónomamente los problemas que la vida, en cada nivel de edad, le presenta.

En un mundo natural esa preparación para la vida se aprende vicariamente en la convivencia. En el mundo artificial, en el que actualmente nos movemos, ese aprendizaje no es tan sencillo y en ocasiones presenta una barrera insalvable para algunos individuos, ya sea por sus propias características o por la inadecuación de su entorno inmediato. En este punto tienen cabida todo tipo de marginaciones: intelectuales, económicas, sociales y personales. Y con una muy desgraciada frecuencia, suelen marcar conjuntamente a unos pocos sujetos.

La sociedad ha generado unos mecanismos de correción que a algunos pueden resultar insuficientes, y que seguramente lo serán, pero no cabe la menor duda de la necesidad de que aquellos que se han puesto en marcha funcionen de una manera correcta y utilizando todos los recursos que la ciencia haya puesto a su alcance.

Aquí es donde encaja este libro de Juan M. Fernández Millán, Andrés Hamido Mohamed y Manuel Fernández Navas. Todos ellos tienen una dilatada experiencia en trabajar con estos muchachos cuya educación ha asumido una organización distinta de la familia, precisamente por el fallo de ésta.

La misión encomendada a estos centros de acogida es paliar la ausencia del entorno familiar y plantearse su tarea en los justos términos que permitan la restauración de la socialización de un sujeto fuera de su alvéolo natural.

La función de la familia es criar a sus vástagos y lograr que lleguen a tener una acomodación exitosa en el mundo circundante.

La pertenencia a un grupo, como el familiar, y los lazos afectivos que se establecen entre sus miembros constituyen el núcleo central de la socialización. En otras ocasiones he dicho que el "apego" es la autopista de la socialización. Cuando en un individuo esos lazos están rotos o mal establecidos, el proceso de socialización es muy arduo de reestablecer.

Los autores conocen muy bien este problema, porque han trabajado con estos niños dilatadamente, y por ellos consideran importante establecer una disciplina y una buena comunicación.

Afecto y control son los dos elementos que se han aislado como fundamentales en los hábitos de crianza de los padres y también tienen que ser las piedras de toque en un centro de menores. No se puede educar a un joven sin unas normas claras y sin un control de su cumplimiento, pero tampoco puede hacerse sin la implicación del destinatario, y esto sólo florece en un clima afectivo positivo."

DEL BARRIO, V. (2007) PRÓLOGO. EN FERNÁNDEZ MILLÁN, J. M.; HAMIDO MOHAMED, A. y FERNÁNDEZ NAVAS, M. EL EDUCADOR SOCIAL DE MENORES. Cuaderno de aprendizaje. (Págs. 15 - 16).

jueves, 29 de mayo de 2008

Estilos de socialización

Foto editada por Xosé Castro

"Ser padres es primeramente sentir cosas respecto a los hijos, sentimiento que en la mayoría de los casos adopta la forma intensa y positiva llamada apego de la que acabamos de ocuparnos. Pero ser padres es también actuar con los hijos, encauzar su comportamiento en una determinada dirección, asegurarse de que no actúan de una determinada manera, poner límites a sus deseos, procurarles satisfacciones y hacerles soportar frustraciones. Este conjunto de conductas reciben el nombre genérico de estrategias de socialización, porque su objetivo se relaciona muy directamente con moldear a través de la intervención educativa el tipo de conductas que los padres valoran como apropiadas y deseables para sus hijos, tanto para su desarrollo personal cuanto con vistas a su integración social. La tarea de socializar es evolutivamente posterior al establecimiento del apego y requiere por parte de los padres una serie de tomas de decisión, una serie de comportamientos y tensiones que típicamente no se dan en las relaciones de apego. Las estrategias de socialización tienen que ver también con el tono de la relación, con el mayor o menor nivel de comunicación, con las concretas formas que adopta la expresión de afecto, etc. Así, los estilos de socialización son en realidad estilos de relación entre los padres y los hijos, aunque en este caso no limitados al ámbito de las relaciones afectivas, sino situados en el contexto más amplio de la comunicación y la conducta.

Muy desde el principio, la investigación sobre los estilos de socialización estuvo de acuerdo en que se trataba de un constructo multidimensional. De hecho, como señalan Barling y Steinberg (1993), la utilidad del concepto de estilo de socialización como heurístico se refleja en la gran semejanza de las características utilizadas para definirlo por investigadores situados en muy diferenes ópticas. Estas características tienden a incluir siempre dos dimensiones básicas:
  • la una relacionada con el tono emocional de la relación y la comunicación (aceptación/rechazo, calor/frialdad, afecto/hostilidad, proximidad/distanciamiento), y
  • la otra relacionada con las conductas puestas en juego para controlar y encauzar la conducta del niño o la niña (autonomía/control, flexibilidad/rigidez, permisividad/restrictividad).
Quizá por ese acuerdo en la multidimensionalidad ha habido una larga tradición consistente en definir tipologías de estilos de socialización, cada una de las cuales integraría una cierta configuración de los elementos en juego (por ejemplo, estilo de socialización con altos grados de afecto y muy bajo grado de control, etc.) Sin duda, las tipologías propuestas pro Baumrind (1971) y elaboradas posteriormente por MacCoby y Martin (1983) se encuentran entre las más conocidas y, también, entre las más influyentes con vistas a orientar la investigación en este terreno y a promover determinados estilos como más recomendables o más indeseables, con lo que nos encontramos con uno de los temas que más claramente exceden el ámbito de la investigación básica y se proyecta en la psicología evoutiva que es trasladada por los expertos a los padres y la sociedad en general.Si el análisis de los diferentes estilos de socialización comporta tan fácilmente una dimensión valorativa de su eficacia y consecuencia es porque existe una muy amplia tradición investigadora que se ha dedicado a explorar las relaciones entre los estilos de socialización y diferentes aspectos del desarrollo individual y la conducta social. Muy desde el principio se señaló cómo, por ejemplo, el exceso de control autoritario por parte de los padres se relacionaba con una pobre interiorización de normas en el hijo educado en ese clima. Además, un número importante de investigaciones han mostrado cómo los efectos de diferentes estilos de socialización no se limitan al corto plazo, sino que se prolongan en manifestaciones psicológicas y conductuales muchos años después. Así, por seguir con el mismo ejemplo, el problema del excesivo autoritarismo no es sólo que dificulte la interiorización de normas en el niño preescolar, sino que podría llegar a dar lugar a síntomas clínicos y problemas de conducta en la adolescencia (Ge, Best, Conger y Simons, 1996)."


RODRIGO, M.J. y PALACIOS, J. (2000) FAMILIA Y DESARROLLO HUMANO. Psicología y Educación. Madrid: Alianza Editorial. (Págs. 61 -62).

miércoles, 21 de mayo de 2008

Bibliografía anotada

La bibliografía es una lista de las fuentes de información consultadas al preparar un trabajo de investigación sobre un tema determinado. La misma puede incluir una variedad de recursos tales como, libros, artículos de revistas, periódicos, multimedia, documentos, etc.

A diferencia de una bibliografía sencilla, la bibliografía anotada (ver ejemplo) incluye un breve párrafo de cada una de las fuentes consultadas . El comentario que acompaña cada cita es de carácter descriptivo y evaluativo (150 palabras). El propósito de la anotación es informar al lector la importancia, la exactitud y calidad de las fuentes citadas.

Partes de una anotación:
  1. Describir el contenido
  2. Describir la utilidad del mismo
  3. Indicar cualquier limitación que tenga
  4. Describir la audiencia
  5. Evaluar los métodos de investigación utilizados
  6. Describir la conclusión del autor


lunes, 19 de mayo de 2008

¿Son sinónimos los términos "psicopatía" y "criminalidad"?

Foto editada por Libertinus

"Aunque hay una relación estrecha entre la psicopatía y el comportamiento antisocial y criminal, no todos los psicópatas caen en la criminalidad; pero, cuando así sucede, se distinguen cualitativamente del resto de los delincuentes. Como se reitera a lo largo de este libro: la violencia de los psicópatas no tiene el color emocional que caracteriza la violencia del resto de las personas, incluyendo buena parte de los criminales corrientes. El comportamiento criminal del psicópata tiene un carácter depredador: los psicópatas ven a los demás como presas emocionales, físicas y económicas. Además, cuando incurren en la forma máxima de criminalidad, el asesinato, y, en particular, el asesinato en serie, lo hacen de forma muy peculiar.

J. Sanmartín, en este libro, divide a los asesinos en serie según sean psicóticos o psicópatas. Estos últimos predominan entre los asesinos en serie que planifican fríamente sus asesinatos, que tienen gran habilidad para camuflarse (engañar y manipular), para acechar y localizar los "cotos de caza", que suelen ritualizar sus asesinatos y llevarse recuerdos de sus víctimas a modo de trofeos.

Lleguen, o no, a ser asesinos en serie, los psicópatas abundan entre los delincuentes. Así, por ejemplo, aunque en Estados Unidos se estima que los psicópatas sólo son un 1% de la población total, constituyen en cambio el 25% de la población reclusa. Según el FBI (1992), el 50% de las muertes de policías en acto de servicio es cometido por individuos cuyos perfiles encajan muy bien en el del psicópata. En España no hay cifras fiables. Sólo sabemos que algo más del 4% de la población reclusa son delincuentes muy peligrosos.

Además, la tasa de reincidencia de los delincuentes psicopáticos es muy alta. Antes de transcurridos seis años desde su puesta en libertad, más del 80% de los psicópatas, frente al 20% de los no psicópatas, reinciden violentamente. Es más -como hemos dicho al principio-, la virulencia de sus actos parece crecer con la reincidencia.

Estamos, pues, frente a un delincuente cuyos crímenes tienen características muy distintivas. Suelen ser actos impregnados de una violencia peculiar: fría y devastadora. Son asimismo delincuentes con alta tasa de reincidencia."


RAINE, A. y SANMARTÍN, J. (2000) VIOLENCIA Y PSICOPATÍA. Barcelona: Editorial Ariel. Estudios sobre violencia. (Págs. 9 - 10).

sábado, 17 de mayo de 2008

Dificultades en la Notificación y Estrategias de Solución

ARRUABARRENA MADARIAGA, M.I. (1995) "Detección y notificación de situaciones de desprotección infantil". En OCHOTORENA, J.P. y ARRUABARRENA MADARIAGA, M.I. "MANUAL DE PROTECCIÓN INFANTIL". Barcelona: Editorial Masson.(Págs.141 - 161).


jueves, 15 de mayo de 2008

Tratamiento de las Familias con Problemas de Desprotección Infantil

ARRUABARRENA MADARIAGA, M.I. (1995) "Evaluación y tratamiento familiar". En PAÚL OCHOTORENA, J. y ARRUABARRENA MADARIAGA, M.I. "MANUAL DE PROTECCIÓN INFANTIL". Barcelona: Masson. (Págs. 293 a 310).

domingo, 11 de mayo de 2008

¿Qué tipo de trastorno es la psicopatía?

Foto editada por See-ming Lee ??? SML

"Hay quien considera la psicopatía como un trastorno mental de la misma manera que la esquizofrenia o la depresión. Son los menos; la mayoría de los psiquiatras y psicólogos y, en particular, muchos de los participantes en este libro consideramos que la psicopatía no es un trastorno mental, sino un trastorno de la personalidad. Aunque los psicópatas son personas muy trastornadas, no evidencian las graves distorsiones cognitivas (alucinaciones, delirios y razonamientos distorsionados) que caracterizan a los esquizofrénicos.

El trastorno de personalidad que padecen los psicópatas se traduce en la aparición de problemas en tres vertientes a la vez:
- en sus relaciones con los demás,
- en su afectividad, y
- en su conducta.

En el primer ámbito, los psicópatas tienden a manipular y engañar a los demás. En su vertiente afectiva, adolecen de empatía: son incapaces de ponerse en el lugar de otro. Finalmente, su comportamiento es antisocial.

Ciertamente, si sólo nos fijáramos en el comportamiento antisocial de los psicópatas (como otros hacen), diagnosticarímos demasiados casos de este trastorno entre criminales y pocos casos entre no criminales. Esto nos lleva a plantearnos la tercera pregunta, la relativa a la confusión entre psicopatía y criminalidad."

RAINE, ADRIAN y SANMARTÍN, JOSE (2000) "Introducción". En "VIOLENCIA Y PSICOPATÍA". Barcelona: Editorial Ariel. Estudios sobre Violencia. (Págs. 5 - 11).

martes, 6 de mayo de 2008

Intervención familiar (I)

ARRUABARRENA MADARIAGA, M.I. (1995) "Evaluación y tratamiento familiar". En PAÚL OCHOTORENA, J. y ARRUABARRENA MADARIAGA, M.I. "MANUAL DE PROTECCIÓN INFANTIL". Barcelona: Masson. (Págs. 312 a 315).