miércoles, 19 de marzo de 2008

Adolescencia: una etapa del ciclo vital

"El proceso de maduración personal que se produce a lo largo de la adolescencia tiene una fase inicial que es, al mismo tiempo, su motor de arranque: la pubertad. En ella comienza el despegue de la infancia, pero sin llegar a alcanzar mucha altura. El púber no rompe totalmente con su pasado (como lo prueban, por ejemplo, los frecuentes casos de regresión a la conducta infantil). El púber es un niño que está empezando a dejar de serlo.

Si se nos preguntase cuál es la función principal (no la única) de la pubertad contestaríamos, sin dudarlo, lo siguiente: el logro de la madurez física y sexual, o , si se prefiere, la conquista de la adultez biológica. La fase puberal no se orienta esencialmente, por tanto, a la obtención de la adultez psicológica y social. Esta última adultez será la meta fundamental de la adolescencia intermedia y de la adolescencia superior o edad juvenil.

La pubertad es un movimiento vital hacia el exterior. En este momento no ha nacido todavía la intimidad, la vida interior. Por eso el púber autoafirma el "yo" hacia afuera, en el ámbito del comportamiento externo.
Lo que ocurre en la pubertad (también llamada pubescencia) se puede resumir así: el cuerpo infantil se transforma en un cuerpo adulto en un espacio de tiempo muy corto (no suele ser superior a dos años). Las definiciones más conocidas de pubertad se refieren a esa transformación física tan rápida, tan espectacular y tan decisiva para el presente y para el futuro de quien la experimenta.

El púber sufre inicialmente un impulso biológico muy brusco que se traduce en una aceleración del crecimiento somático. En este fenómeno tiene un papel fundamental la hipótefisis. Este órgano de secreción interna situado en una excavación de la base del cráneo es el que estimula a los productores de hormonas del crecimiento y de la maduración sexual.

La pubertad comienza con un llamativo crecimiento en longitud que se conoce como "la fase de estiramiento" o como "el estirón de la adolescencia". Este crecimiento afecta a diferentes partes del cuerpo, pero sobre todo a las extremidades y al esqueleto de la cara. Se observa un significativo aumento tanto de la estatura como del volumen de la caja torácica y del peso global del cuerpo.

Es importante precisar que la estatura y el peso no aumentan de forma simultánea: las fases de estiramiento (crecimiento en estatura) se van alternando con las fases de ensanchamiento (aumento del grosor del cuerpo). Ésta es una de las causas de la disarmonía de las proporciones que tanto desagrada y preocupa a los adolescentes.

Las transformaciones de la pubertad se refieren tanto al tamaño del cuerpo como a su forma. El púber observa con estupor cómo, en muy poco tiempo, su cara de niño es sustituida por una nueva cara que pretende ser el adulto, pero que, de momento, es sólo la cara fea típica del adolescente. Es una cara que todavía ni está proporcionada ni está animada por la mímica, lo que da lugar a las muecas sin sentido. No menos extrañeza produce en el púber el hecho de que sus movimientos pierden la gracia y la soltura que tenían en la infancia para hacerse ahora bamboleantes y torpes.

A todo ello hay que añadir posibles trastornos del crecimiento como consecuencia de una mala regulación hormonal. No son infrecuentes los casos de retraso y de adelanto del crecimiento; tampoco son descartables los casos de enanismo y de gigantismo.

En lo que se refiere a la maduración sexual deben destacarse dos fenómenos fundamentales.
1) Por una parte, la aparición de los caracteres sexuales secundarios, distintos según el sexo, que anuncian la llegada de la función reproductora. Son caracteres típicos del varón la aparición del vello en el pubis y el cambio de la voz. Es propio de la mujer el desarrollo de las glándulas mamarias. Estos caracteres se llaman secundarios por oposición a los caracteres sexuales primarios que están presentes ya desde el nacimiento.
2) El segundo fenómeno que hace posible la maduración sexual es el desarrollo de los órganos genitales (ovarios y testículos). Estos órganos adquieren en la pubertad el grado de madurez necesario para la función reproductora. A partir de este momento se agrandan las diferencias tanto físicas como psíquicas entre el hombre y la mujer.

El hecho de que las transformaciones típicas de la pubertad sean algo fácilmente perceptible, facilita mucho saber cuándo se inicia y cuándo termina en cada caso. Un índice objetivo del comienzo de la pubertad es, en los chicos, la capacidad de eyaculación, y en las chicas la primera menstruación.

El momento de la pubertad varía en cada persona según el sexo, la salud, la alimentación, el ambiente social y cultural en el que ha vivido, la educación recibida, etc. Actualmente existe una clara tendencia a su adelanto. Por término medio, la pubertad empieza a los once años en las mujeres y a los trece años en los hombres."

CASTILLO CEBALLOS, G (1999) EL ADOLESCENTE Y SUS RETOS. LA AVENTURA DE HACERSE MAYOR. Madrid: Pirámide.(Págs. 115 a 117)

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