lunes, 24 de marzo de 2008

Delincuencia y escuela

Foto editada por Gabirulo

"Como ya hemos mencionado, la literatura especializada ha demostrado que la gran mayoría de los delincuentes juveniles son fracasados escolares. Otro hallazgo consistente es que las conductas perturbadoras en la escuela se relacionan con la conducta delictiva posterior, lo que podría estar relacionado con la insatisfacción escolar (Otero-López et al., 1994). Por lo tanto, podemos decir que los niños y jóvenes menos capacitados y con peor conducta en la escuela tienen más probabilidades de cometer delitos que aquellos con un buen rendimiento escolar y un buen ajuste en la escuela (Garrido, 1987).

No resulta claro, sin embargo, si el fracaso escolar es una causa de la delincuencia, si la conducta perturbadora en el aula es la que provoca el fracaso escolar, o si ambos son manifestaciones de un patrón desviado anterior.

Estas dudas quedan reflejadas en el papel que distintas teorías otorgan a la experiencia escolar en la manifestación de las conductas delictivas. Repasando brevemente algunas de las más relevantes, mencionemos que la teoría de la tensión o frustracción (strain theory), contempla a la escuela como una institución de clase media en la que los chicos de clase baja tienen menores oportunidades de competir con éxito. Al no poder disponer de una de las grandes vías legítimas de acceso a las metas culturalmente establecidas, esos jóvenes cometerán delitos para compensar su frustración y elevar su autoestima. Los teóricos del etiquetado, por su parte, entienden que la etiqueta que se impone a los niños difíciles propicia que el sistema escolar les trate de un modo hostil, sin importar -a partir del etiquetado- la realidad objetiva de sus acciones, contribuyendo a que los jóvenes asuman tal etiqueta y, consecuentemente, a que se impliquen en mayor medida en actividades antisociales y posteriormente delictivas.

Quizás la explicación más interesante con respecto a la relación escuela-delincuencia sea la correpondiente a la teoría del desarrollo social de Hawkins y Weis de 1985. Esta teoría identifica la familia, la escuela y el grupo de pares como las unidades más importantes en el desarrollo del ser humano, de modo que cuanto mayor sea el grado de compromiso que el niño mantenga con ellas, más posibilidades existirán para prevenir la aparición de la delincuencia juvenil (siempre que los modelos de comportamiento sean prosociales).

Motivación, conducta y logro escolar.
Loeber y Stouthamer-Loeber (1986) en su estudio ya mencionado sobre predictores de la delincuencia llegaron a algunas conclusiones interesantes en este punto: (1) que los malos resultados escolares eran en un vierto grado anunciadores de delincuencia futura, y (2) que la mayoría de los delincuentes crónicos podían ser reconocidos por sus problemas de conducta y otras deficiencias a la edad escolar (ya que generalmente se muestran impacientes, irresponsables, y con conducta perturbadora y dañina hacia los demás). Sobre éste último aspecto, Farrington (1992) señala que aquellos pueden ser identificados por sus profesores en el primer grado escolar, ya que manifiestan comportamientos perturbados de forma continuada. Con respecto al logro educativo, este autor señala que un bajo nivel intelectual y de éxito escolar entre los 8 y 10 años permite predecir la delincuencia juvenil, tanto la oficial como la declarada, la comisión de delitos a la edad adulta y la reincidencia.

Ambiente escolar.
El ambiente escolar ha sido otro factor de riesgo analizado en su contribución a la conducta antisocial. Los colegios pueden diferenciarse por su organización, localización, métodos de enseñanza, actitud del profesorado y otra serie de características, de tal manera que los diferentes centros escolares pueden influir en los patrones delictivos de los chicos, especialmente en referencia al número de niños que admiten con problemas de conducta (Kazdin y Bruela, 1994). Las diferencias entre las escuelas en los porcentajes de delincuencia no pueden se explicadas exclusivamente por las diferencias en la clase social y razonamiento verbal de los alumnos que ingresan en ellas; antes bien, parece lógico que ciertos aspectos de las escuelas puedan contribuir a estos porcentajes.

El estudio más famoso de los efectos de la escuela en la delincuencia fue llevado a cabo por Rutter et al (1979) en el que se medía la estructura escolar, su organización y funcionamiento, y donde los principales factores escolares relacionados con la delincuencia fueron una alta presencia de castigos como medida disciplinaria, malas condiciones de trabajo (ej.: aulas poco limpias, mobiliario en mal estado...), escasa atención del maestro a los problemas del niño, y pocos elogios por parte de los profesores al trabajo realizado. Pero es difícil saber si estos factores son causa o consecuencia de la conducta antisocial en el aula, la cual con toda seguridad está ligada a la delincuencia fuera del recinto escolar. En cualquier caso, las características del colegio pueden contribuir e incrementar el riesgo de conducta antisocial."

LÓPEZ-LATORRE, M.J. y GARRIDO GENOVÉS, V. (2005) La psicología de la delincuencia juvenil: explicaciones y predicción. En GARRIDO GENOVÉS, V. MANUAL DE INTERVENCIÓN EDUCATIVA EN READAPTACIÓN SOCIAL. Vol. 1. Fundamentos de la intervención. Valencia: Editorial Tirant Lo Blanch. (Págs. 64 - 66).

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